Prólogo:
La pimera semana de agosto se
situa en la parte más alta del verano, en la zona más alta del año,
como la cabina que más elevada queda cuando la noria para mientras
completa un giro. Las semanas que le preceden son solo el progreso de
una templada primavera, y las que le siguen un descenso hacia el
frescor del otoño. Por el contario, la primera semana de agosto es
estática y calurosa. Es, además, muy silenciosa: con amaneceres
blancos e inexpresivos, y deslumbrantes mediodías, y atardeceres
salpicados por demasiado color. Por las noches aparecen relámpagos
que se estremecen en soledad. No hay truenos, ni lluvia que amitigue
el sopor. Son días extraños, sofocados, días de perros, días en
los que gente se siente conducida a hacer cosas, de las que más
tarde seguramente se arrepientan.
Un día, en esa época de año,
no hace mucho tiempo, tres cosas ocurrieron. Al principio no parecía
haber ninguna conexión entre ellas.
Al alba, Mae Tuck partie a
caballo hacia al bosque en el borde de un pueblo llamado Treegap. Se
dirige hacia allí como siemrpe hace una vez cada diez años, para
encontrarse con sus dos hijos: Miles y Jesse.
Al medío día, Winnie Foster,
cuya familia posee el bosque de Treegap, pierde al fin la paciencia y
decide pensar en huir de casa.
Y al atardecer un desconocido
aparece en la puerta de los Fosters. Buscaba a alguien, aunque no
dijo a quién.
Estaréis de acuerdo en que no
hay conexión alguna, pero las cosas pueden juntarse de maneras
extrañas. El bosque es el centro, el centro de la rueda. Todas las
ruedas deben tener un centro. La noria tiene uno, al igual que el sol
es el centro del calendario. Son los hechos inalterables los que no
se deberían perturbar, porque sin ellos nada permanece unido, aunque
a veces las personas se den cuenta demasaido tarde.
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